miércoles, 16 de febrero de 2011
Un brindis por “San Barreda”
Por Luciano Fabbri*.- Hoy los escuché, en vivo, con mis propios oídos. Comíamos con mi amiga un sanguchito de bondiola en el bosque platense y en la larga mesa de al lado estaban ellos. Ellas también estaban, pero como ausentes, a un costado, en un punta, a sus espaldas, en general en silencio, con bebés o cochecitos. Ellos, sus maridos, novios y amigos, visiblemente escaviados y a los gritos, como si todas y todos a 30 metros a la redonda quisiésemos escucharlos, anunciaban el brindis “por Ricardo”, y chocaban sus vasos de tinto, a los gritos, por “San Barreda”.
El brindis llegó al momento que algunas de “sus” mujeres se retiraban, y les recomendaban que se cuiden, que no tomen tanto, que tenían que volver en auto. Ellas de cuidadoras de sus maridos adolescentes, ellos contestando con esa “gracia”, reivindicando al femicida múltiple que terminó con la vida de sus hijas, esposa y suegra. Sólo una de las mujeres presentes cuestionó el brindis, y se limitó a decir que no era gracioso. La única respuesta fue…”cómo que no, si mató a la suegra”.
La imagen de la suegra bruja, que humilla y desautoriza a su yerno era el canal de legitimación de su identificación grupal con un múltiple femicida. Sus hijas y esposas permanecen muertas, pero invisibles. Su presencia podría empañar el heroísmo del hombre en cuestión, o bien, desnudar el verdadero eje de identificación que motivaba al grupo de ebrios cuarentones a levantar sus copas: detrás de éstos relatos machistas, de éstas complicidades masculinas (y de éstos silencios de las féminas presentes), se encuentra una profunda misoginia y desprecio hacia las mujeres, y una masculinidad hegemónica caracterizada por la violencia sexista y el poder asimétrico de varones sobre mujeres.
Detrás de ésta expresión misógena, también se encuentra la impunidad que sobrevuela cada caso de violencia de género y de femicidio en la Argentina, con una Justicia que no llega o llega tarde, con medios que ponen el eje en las modalidades criminales y no en las causas y consecuencias de la violencia de género, con un estado que aprueba leyes, como la de educación sexual integral o la de erradicación de la violencia hacia las mujeres, pero no garantiza su cumplimiento ni financia su implementación.
El endurecimiento de las penas a los femicidas a través de modificaciones en el código penal, sea a través a de la incorporación del femicidio como delito autónomo, o sumando agravantes y anulando atenuantes en casos de violencia de género, debería ser un aporte a visibilizar el crecimiento de la problemática, a alentar a la justicia a estar a la altura de las circunstancias, a disuadir, sino a que algunos maten, al menos a otros idiotas brinden en su nombre.
Esta, entre tantas otros medidas posibles, deben formar parte de una estrategia integral y articulada contra la violencia patriarcal en todas sus modalidades y ámbitos.
Basta de complicidad machista, basta de justicia patriarcal, basta de cambiar algo para que nada cambie.
Ni una muerta más por violencia machista. Ni un Femicidio más.
Luciano Fabbri es integrante del colectivo de varones antipatriarcales
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1 comentario:
Aguante Barreda!!! A vos lo que de debe faltar es un buen pedazo que te contenga. Querían igualdad ahi la tienen... dejense de joder ahora.
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